viernes, 5 de abril de 2013





 
Yo soy ABRIL (perrita)
¡¡HEMOS INCREMENTADO LA FAMILIA!!
En breve vendrán a casa AJAX y ABRIL, espero sean motivo de alegría.
Para que los conozcais




 
 
Yo soy AJAX (perrito)
 
 
 
 


martes, 1 de enero de 2013

1º PREMIO GALSINMA 2012

1 premio de 1º Certamen Fotografico de la Sierra Norte organizado por la MSCSN Y GALSINMA (DICIEMBRE 2012)

domingo, 11 de noviembre de 2012

EL HOMBRE ANONIMO

Como cada mañana sonó el despertador. No fue necesario un segundo timbrazo, ya el hombre se había calzado las zapatillas y se dirigía al cuarto de baño.
Abrió el grifo y con agua fría cogió un buche entre sus manos y se humedeció la cara. Con parsimonia y sin ningún interés, sacó la cuchilla y el jabón de afeitar. Nunca le habían gustado las maquinillas eléctricas. Se miró al espejo y su cara no mostro ningún gesto. Su tez gris era el reflejo del día que amenazaba lluvia.
Solo tardo medía hora  en acicalarse. Escogió su mejor traje, uno gris algo ajado por el uso. También sus zapatos relucientes mostraban el paso del tiempo.

No cogió nada, ni tan siquiera la llave que le había acompañado en la última etapa. Miró por última vez a todos los rincones, de repente la vio, no quería dejarla. Aquella pluma que le regalara su padre cuando firmo su primer contrato. Cuantos recuerdos contenían aquella tinta.

Sin más dilación se dirigió a la puerta sin mirar atrás, sin decir nada a nadie. Con nadie se cruzó.

Al salir a la calle noto un vientecillo frio, se levanto la solapa de la chaqueta, no disponía de abrigo, fue una de las últimas cosas que empeño.

Ya en la calle un perro sin collar ni dueño se acerco a él meneando la cola. Se habían conocido durante la anterior primavera, desde entonces cada mañana se rencontraban y vagaban sin rumbo, donde fuera y si no podía entrar, le esperaba para reencontrarle cuando salía.

Al verle, le dirigió una sonrisa de las pocas que conservaba y le acaricio la cabeza. Caminaba deprisa más por el frio que por meta a donde dirigirse.

Tomó un café en un bar cercano donde dejaron entrar a su amigo perruno, compartió un bollo con él como cada mañana. Pero hoy era especial eran los últimos 2 euros que poseía y los invirtió en lo poco que ahora le hacia feliz.

Salió de nuevo a la calle sin rumbo. Sus pensamientos sin embargo corrían ahora por su mente propiciados por el encuentro de aquella vieja tarjeta de D. Fulano de tal, Director para España de aquella empresa que le había robado treinta años de su vida.

Sus últimos cinco años pasaron rápidos, siempre al borde del abismo.

Recordaba su casa en la Moraleja, sus dos hijos de 13 y 16 años y aquella rubia imponente que era su mujer. De buena familia, siempre a la última y maestra del protocolo.

Recordaba como un día le llamaron de Londres. Aquellas llamadas siempre le ponían algo nervioso. No siempre eran buenas nuevas. Pero aquel día, por videoconferencia, fue un mazazo. Cerraban la dirección de España y le encargaban  los trámites y el despido de sus empleados.

Después llegó el suyo, que aunque esperado le dejo helado, siempre esperó una oferta de última hora.

La indemnización fue cuantiosa, pero nada comparado con el tren de vida al que estaba acostumbrado. Por delante tenia dos años de paro. Lo más duro fue decírselo a la familia. Todos airados y con cara de enfado le recriminaban su hacer y la decisión de venta del casa de la playa y el barquito con el que presumían frente a los amigos. Portazos y malas palabras fue lo que recibió.

Todos siguieron con su vida y el dinero conseguido pronto desapareció. Le llegó el turno al chalet y la mudanza a un pisito en las afueras de Madrid. También un doloroso divorcio, fruto del cual perdió a la rubia y a sus dos hijos. Ella aprovechando su tiempo libre se había liado con uno de sus amigos que conservaba el estatus.

Al principio conservo la calma, hizo llamadas, aporreó puertas, sin respuesta. A veces se ponían, pera la mayor parte de las veces sus amigos de antaño o estaban reunidos, o de viaje. Siempre una secretaria amable tomaba nota con la promesa, siempre incumplida de devolver la llamada.

Perdió los amigos que le saludaban campechanamente y compartían cenas, actos y regalos institucionales en Navidad.

Descubrió la falsedad que le había rodeado y se encontró sin nada y con una pensión por pasar a la rubia, a la que pronto no podría atender. Ni siquiera aquel pisito de barrio obrero pudo conservar.

Se mudo a una habitación limpia de una vieja pensión que incluía cena: un sopicaldo aguado y algún acompañamiento poco sustancioso aderezado con una fruta, que era la nota de color.

Perdido casi todo, pero conservando el orgullo,  salía todas las mañanas pulcramente vestido a  la cola del paro, para dirigirse a entrevistas cuando tenía suerte, siempre con el mismo resultado. “Tiene usted un CV impresionante, si fuera más joven…”El resultado siempre el mismo. “Ya lo llamaremos cuando surja algo para Ud.”

Un día perdió su última posesión, su ilusión por vivir. Aun así, intentaba levantar cabeza y aceptaba pequeños trabajos en el mejor de los casos. Pero estos también desaparecieron. La crisis, sus 52 años y la mayor demanda que oferta pusieron gris plata en su cabello negro.

Pero hoy extrañamente se sentía feliz y ligero, como hacia mucho tiempo. Estaba con su fiel amigo sin nombre y era libre de vagabundear sin prisas y rumbo. Por fin era dueño de sí, no debía nada a nadie, tampoco le esperaban. Era un hombre anónimo como tantos otros con historias parecidas.

Anochecía, hastiado se sentó en un banco de un parque cualquiera, al que sus pasos le habían dirigido. Estaba cansado, llevaba dos días en que su único alimento había sido el desayuno de aquella mañana. Se adormeció en el banco y aquel perro amigo se tumbó a sus pies. El frio de la noche se llevó sus  pensamientos y su vida.

Un aullido de madrugada fue su epitafio y el aviso para otros de su legado:

Su cuerpo sin vida.

 

 

Dedicatoria: Para todos aquellos que sufren la crisis
 

Vistas de página en total